Henry Giroux propone insertar la instrucción escolar directamente en la esfera política. Considerar el currículo como un proyecto social fundamental, para superar injusticias económicas sociales y políticas. El maestro considerado como un intelectual, debe explorar y desarrollar un lenguaje propio. Implementar en sus cursos la dialéctica crítica, considerando los problemas experimentales en la vida diaria de sus estudiantes.
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